Latitud 18 de Enero de 2015
Un programa encantador
Alexander Balanescu, de Rumania, el 15 de enero de 2015 en el Teatro Amira de la Rosa, en la ciudad de Barranquilla.
Roberto McCausland Dieppa
Las plegarias de Santa María dello Spasimo, al Balanescu rumano; las dulces, dolorosas embrujantes sonoridades frigias, locrias y eólias de Sollima-Brunello; los encantadores jóvenes y jovencillas filarmónicos y su conductor. El ‘mare nostrum’ sonrió y dio venia a nuestro Caribe. Esta cortesía merece respuesta.
Casi seis mil años de cultura continua se anuncia esporádicamente en pancartas, trechos, pequeñas carreteras, y autopistas a lo largo de la costa norte (a veces llamada oeste) del Mediterráneo.
De Gibraltar y Barcelona a Montecarlo, Mónaco, el Viejo Nizza, hacia el Este: Constantinopla, Beirut, Jerusalem, Túnez y Morocco, el epicentro y para muchos cúspide, inspiración y guía de la civilización occidental se encuentra la antigua Grecia. Atenas, vía Alejandría, Napoli a Roma, engendró el mundo occidental, su cultura, y luego el auge del Imperio Romano. Todavía, utilizados en el lenguaje musical el mediterráneo y sus modos.
Y la evidencia: ‘dolce’, el programa que nos ofreció en Barranquilla el 15 de enero de 2015 la señora Julia Salvi adjunto con el patrocinio de Olímpica y el Festival de Música de Cartagena. La comunalidad en todas las piezas: los sonidos de los modos griegos dóricos, phrigios, lidios, míxolidios, ritmo mediterráneo, dulces melodías líricas asimilado del bel canto y la expresión del hondo sentimiento intemporal-, el verdadero significado de la música y vida- típico del pensamiento del área.
Fíjense, escuchamos modos en Balanescu, en las ejecuciones quasi operaticas de la Orquesta Filarmónica Joven de Bogotá, dirección Carlos Villa, en la obra de Giovanni Sollima bien ejecutada por el chelista Mario Brunello, en varias partes acompañada por miembros de la sección de cuerdas de la Filarmónica Joven de Bogotá. Los jóvenes mantuvieron el ensamble, el buen sonido claro y ligero –italiano– en las cuerdas, acompañando la encantada ejecución de Brunello, al cello.
No se nos olvide (oubliee pas de) –la delicadeza de la percusión imitando los sonidos del viento, la lluvia, y las olas, me imagino– la música fue inspirada sobre pintura El naufrago de Raffaelo, comisión de Teatro Masimo de Palermo a la Iglesia de Santa María dello Spassimo. Fusiones- sonidos antiguos y nuevos.
–Sans souci– en términos mediterráneos, Brunello le confió a uno de los jóvenes cellistas el drono (basso re del cello) de la excelentemente ejecutada pieza Alone, piu affidable .
Igual los jóvenes de la Filarmónica Joven de Bogotá y su conductor Carlos Villa, brindaron con su bien entrenado ensamble y la entusiasta joven energía. Y así: la historia de la civilización occidental, la gimnasia, las matemáticas, la ópera –da chiesa y da cámara, el teatro, la danza –luego la música– hasta donde sabemos– y mucho más para nosotros, todo comenzó en el Mediterráneo y la antigua Grecia.
Por varias rutas, los olivos y meriendas bucólicas, el vino, el romance y la música nos llegaron. En nuestra región, muy orientada por Canarias-del Mare Nostrum y el África propio-nuestro ritmo, danza y lengua expresivamente permutaron… y ¡eureka! otros nuevos estilos especiales, Caribe: cumbias, salsas, mapales, el jazz y más.
Pasó el tiempo del otro lado del teatro y para el público también. Y con gran respeto, humor y cariño escribo estas notas sobre el programa, a sabiendas que observo y me observo. Observando aprendamos. (Dieppa-music.com)
http://revistas.elheraldo.co/latitud/un-programa-encantador-133037
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