Latitud 06 de Julio de 2014
Lo clásico también juega en el Mundial
Detalle artístico del Teatro Massimo Vittorio Emanuele, en Palermo, Italia.
Roberto McCausland Dieppa
Obsesionados por la perfección de llegar a metas, de ser mejor que lo mejor, la incansable energía, pasión, furia guiada, estrategia, táctica en armonía y expresión: sea corporal, verbal emotiva, por el deseo de dejar grandes y amplios legados, y algo interno, la música y el deporte van mano a mano. Son complemento exclusivo y el Mundial de fútbol es bien reconocido no solo por sus goles sino por sus temas musicales. Ritmo, danza y lengua, la expresión del gran momento, la competencia, y los grandes músicos, artistas y deportistas comparten características.
Tomando la idea griega del deporte y la música como parte de la buena educación, el buen desarrollo saludable del cuerpo, imperativo para el buen espíritu y el alma, el aprendizaje de ser buen líder y actuar para el bien común o individual, está también la habilidad de escoger y apasionadamente emprender en equipo el camino para llegar a la meta hasta alcanzarla.
El futbol –un balón relativamente pequeño, en mayor parte manipulado por los pies; unos tratando de llegar a una meta, otros tratando de que no llegues y de llegar a la de ellos– en casos no muy alejado de la vida real cotidiana; la meta –en proporción con la bola y la estatura humana– un arco inmenso con una malla detrás, y para llegar a ella los impases físicos y humanos son, a mi parecer, de carácter herculinos.
En la música, y por ejemplo la orquesta, y la expectativa de crear cuentos emotivos sonoros que tengan significado por medio de los sentidos y emociones, comunes y cognoscentes para un público, surgiendo de un grupo de sobre ochenta personas, con instrumentos de afinaciones, rangos y géneros diversos, e intérpretes singulares e independientes es un gran reto, quasi una locura –tres fou– ‘de locos’, como decían en París sobre Liszt al piano.
Pero bueno, con fuerza, disciplina, rigor, enfoque y esa furia apasionada, obsesiva, bien dirigida, en el fútbol y la música todo es posible; en esta esfera operamos.
Sin ninguna otra opción, ambas disciplinas se manejan en tiempo real tomando energía de la incertidumbre, las ocurrencias al instante y las rápidas reacciones, nada ocurre exactamente como lo planeado, a veces pandemonio, y en medio del desorden, la mente tiene que operar de lleno –y de alguna manera hay que continuar la estrategia enfocada– y sin atención instantánea pierdes, sea en términos numéricos o interpretativos.
Viviendo la fiesta mundialista Carreras, Pavarotti y Plácido Domingo.
Pavarotti, gran aficionado al fútbol e hincha de la Juventus; Plácido Domingo, seguidor del Real Madrid, y Carreras, fan del FC Barcelona, vivían del momento ‘quasi’ operático de cantar en estadios de fútbol siendo músicos clásicos. Uno de los discos más vendidos de todos los tiempos, Los Tres Tenores, es producto de esta estrategia. Luego, Plácido fue la estrella musical del Mundial en España, en parte con su interpretación del himno; Pavaroti creó de la aria Nadie Dormirá, de Puccini, la canción más popular de las olimpiadas italianas del 90’, que llegó a la radio popular, en donde la tradición operática no era bien recibida.
Por la pasión de vivir en tiempo real, dicen que los deportistas, los músicos y sus fans escuchan más programación al vivo en la radio, luego programas en la televisión que reflejen el buen manejo de la incertidumbre, como es un partido de fútbol, una ópera al vivo o cualquier programa que refleje excelencia musical y conmueva las emociones –la disciplina en la excelencia de ejecución en la música popular y clásica es la misma–, aunque la facilidad sea aparente.
Antes y después de cada ópera, programa substancial instrumental, los comentarios sobre la interpretación y los intérpretes son exhaustivos, no existen parámetros y tiene que ser vigente, y concurrente. Para mí, similar al fútbol en Barranquilla. Todavía se escuchan comentarios sobre María Callas y su interpretación de Bizet El amor es un pájaro rebelde, y lo es… una verdadera conquista es el pájaro rebelde (1960), como hacer un gol en un Mundial.
Pero, ¿cuál es la música predilecta de los fans en los mundiales y la expectativa? Muchos de los temas adoptados como oficiales exponen causas nobles como la hermandad, buen entendimiento y relaciones entre gentes, naciones y culturas, digamos como la Quinta y Novena sinfonías de Beethoven. En otros temas mundiales prevalece el fervor y entusiasmo, y aun otros dirigidos a los equipos y sus fans se convierten en llamados y danzas, energizando, motivando su propósito.
En el medio clásico cinematográfico, Ennio Morricone, con Himno (La misión), y Andrew Lloyd Weber, con Canción de Argentina, emprendieron la gran asociación entre el fútbol y la popularización de la música clásica. Luego de Plácido, Weber, la Orquesta Real de Londres, en España, y Pavarotti en Italia, está Leonard Bernstein con su interpretación íntimamente rítmica de America, en Estados Unidos. Desde el Mundial de Alemania, We are the Champions, de Freddie Mercury (aunque rock pesado, Bulsara era música clásica –idiomas rítmicos bien relacionados) y Hips don’t lie, de Shakira y Wycleaf Jean, la predilección de los fans mundiales es el ritmo con sentimiento, el sentido de la danza y el idioma seductivo. Waka waka, de Shakira en Suráfrica, y este año está Shakira, Carlos Santana y Jennifer López. Es el nuevo enfoque, el nuevo siglo para Latinoamérica en las artes, en el deporte ante el mundo.
Pero como en el amor, la música y el fútbol, jamás olvidemos lo que decía Manuelita Sáenz: “El romance y la batalla se asemejan”. Las pasiones alborotadas y los encuentros combativos tienen el efecto de centrarnos en el momento con toda la concentración de nuestros sentidos. En el caso de no centrarnos, en ambas ocasiones dejamos de existir. En ambas ocasiones, en la guerra y la seducción, hay que ser determinados, imprevisibles y planear bien. Nunca y jamás revelar las intenciones y siempre operar en silencio y en misterio.
Bueno, ante tal relación, y la posible transferencia a la vida cotidiana, nos espera una dura pero bienvenida competencia…
http://revistas.elheraldo.co/latitud/lo-clasico-tambien-juega-en-el-mundial-131447
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