El cóndor de los Andes

Latitud 01 de Febrero de 2015

El cóndor de los Andes

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Bajo la batuta de Germán Gutiérrez, la Filarmónica Joven de Colombia se presentó el 21 de enero en el Colegio Alemán de la ciudad de Barranquilla.

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Redacción

Una interpretación audaz en cuanto a repertorio hizo en su reciente presentación la Filarmónica Joven de Colombia, en el Colegio Alemán de Barranquilla.

De Nueva York a los Andes peruano y colombiano, luego Kiev, y Argentina, con la majestad de un cóndor, visión de un águila y el ritmo incesante de jóvenes en cabalgata en coordinada búsqueda de excelencia comenzó el programa de la Filarmónica Joven de Colombia, proyecto de la Fundación Bolívar Davivienda.

El programa despegó con excelente despliegue de percusionistas y cobres deslumbrando en rapsódicas sincopas caribes, también típicas de los blues de los años veinte y treinta. Con el sentimiento de un danzón rápido, cuerdas luchando por la atención (característica de la pieza en sí), un correteo entre familias instrumentales cada vez tanteando terreno más alto y más ‘forte’ a un final —exuberante, tal como el temperamento de su compositor Leonard Bernstein— empezó un Fantastischen Abend (Vesper Fantástico), el 21 de enero de 2015 en el auditorio del Colegio Alemán de Barranquilla.

Ensamble de colores sonoros, cálidos y hondos: intensos, vibratos expresivos, proyección profunda –es decir un sonido guiado a la tradición europea central, vienesa, o hasta berlinesa, en las cuerdas– distinción sutil especial.

Luego, la audazmente orquestada pieza Lord of the air, López, joven compositor peruano, con la sensación de vuelo de un ave, jóvenes cuerdistas con la guía del director Germán Gutiérrez, mezclaron sutilmente con el sonido ‘francés’ del chelista Castro-Balbi, sensible solista. Al aterrizar, un último aleteo, el Bourree de suite de cello en do, de Bach –quasi religiosamente interpretado– y continuando ruta vecina (más cerca de Barranquilla con relación al Perú, porque Atehortúa es de Antioquia). Fugas, tal vez algo de dodecafonía, mezclado con toques y cánones andinos e inclinaciones de jazz cubano, al pausar en casa Atehortúa interesantes anomalías musicales –lo clásico y autóctono– en erudición.

Largo y extenso viaje a Kiev desde los Andes, con gnomos, castillos embrujados, jardines, marchas y mercados bávaros, hasta conversaciones sepulcros y gallinas al baile, un Disney sonoro sensacional, y tour de forcé para el público, los jóvenes y el conductor establecieron las virtudes de la excelente disciplina guiando el cinemático programa de Mussorgsky Cuadros en una exhibición. Y nuevamente hacia el Caribe, un merengue de López. Y, a propósito de Texas, como suelen decir los de allí, el petróleo, las joyas y las excelentes o buenas mujeres se asemejan –siempre–, se encuentran inadvertidamente: el ensamble hizo sonar un arreglo del tango La cumparsita pasando por multitonalidades y tempos….

Pasos, miradas atenuantes, cortejo íntimo, sensual –el ritmo de la búsqueda del alma gemela– expresión que me dio ganas de danzar. Solos sobre las profundas sonoras cuerdas (sol y re principales) del violín con expresivo vibrato y lánguidas sonoridades sensuales.

Un joven violinista rindió tres solos fortuitos que  fue la cús

pide de la velada. ¡Qué gusto!…

La capacidad de conectar con la audiencia y hacer sentir la humanidad de nuestras emociones y pasiones con inteligencia y rigor es la existencia de la música. En este ámbito el ensamble cumple con su meta, el público se deleita felizmente y los jóvenes se transforman.

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